Tuesday, October 30, 2007

Al Gore, um oportunista

Por Margaret Tse
Não há sombra de dúvidas que as questões climáticas passaram definitivamente a ser o centro das preocupações e das disputas políticas internacionais. O debate em torno da mudança climática se tornou altamente politizado e alarmista. O dito "amplo consenso" da comunidade científica propalado pelo Painel Intergovernamental sobre Mudanças Climáticas (IPCC, pelas iniciais em inglês) é uma falácia visto que a posição "default" da ciência é o de questionamento. O consenso é algo próprio da política. O que importa são os resultados reproduzíveis. Os grandes cientistas da história são grandes precisamente porque romperam os consensos.
Não há também dúvida de que nosso planeta possa aquecer ou esfriar. Um ou outro efeito tem acontecido por milhares de anos. Atualmente não está tão quente como foi o clima de séculos atrás, antes mesmo da Revolução Industrial e da queima de combustíveis fósseis como hoje. Por que então se sonega da população a variabilidade climática natural ocorida no continente ao longo dos últimos cem anos ?
A mensagem de Al Gore contra a mudança climática foi mostrada no documentário Uma Verdade Inconveniente e se trata de uma questão política. Ele faz um chamado ao povo americano para conservar a energia reduzindo o consumo elétrico em casa, mas somente em sua mansão em Nashville consome por mês mais eletricidade do que o lar médio americano em todo o ano, de acordo com a companhia elétrica Nashville Electric Service. Como o porta-voz eleito pelo movimento ecologista da mudança climática, Al Gore teria que trilhar seu caminho e fazer o que prega, quando se refere ao uso de energia em seu próprio lar. Deveria ter sido premiado com o Oscar da Hipocrisia em primeiro lugar.
Também não existe justificativa para o Sr. Gore ganhar o Nobel da Paz. Existem erros factuais, exageros e induções em seu livro e filme, que somente mostram sua militância política e não uma análise imparcial da ciência da mudança climática. O juiz inglês Justice Burton da Suprema Corte de Londres identificou nove erros significantes no filme e ao decidir se o filme poderia ser ou não mostrado em todas as escolas secundárias, ele então somente liberou com ressalvas, desde que os professores avisem que se trata de uma opinião unilateral. Gore apresenta fotos retratando os 2% do gelo oceânico do hemisfério norte que estão dramaticamente esquentando mas ignora os restantes 98% que têm ficado mais frios nos últimos 35 anos. Nós não deveríamos saber desses fatos?
A Ciência, na arena pública, é comumente usada como uma fonte de autoridade para ameaçar oponentes políticos e doutrinar cidadãos desinformados. Isso é o que tem sido feito com o relatório do IPCC. A verdadeira agenda dos ambientalistas extremistas tem pouca ou nenhuma correlação com a mudança climática. Sua agenda real é encontrar meios de controlar nossas vidas. A ânsia de regulamentar as emissões de dióxido de carbono – e efetivamente controlar a energia – parece estar baseada mais em cunho ideológico do que científico ou qualquer preocupação real a respeito do clima.
Publicado por Fundación Atlas 1853.

Saturday, October 27, 2007

Un Nóbel dudoso

Por Miguel Fernández-Díaz
Imagen: Al Gore durante una presentación de su Filme ¨Una verdad Incómoda¨.
El Premio Nóbel de la Paz 2007 se concedió ex aequo al vicepresidente norteamericano Al Gore y al Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC) de la ONU, por "impulsar el conocimiento y las acciones para contener el calentamiento global". Sin embargo, la causa primordial del cambio climático en la Tierra es la irregularidad de la radiación solar, que escapa del control de Gore y del PICC.
Ambos propugnan la vieja noción del "efecto invernadero", es decir, gases producidos por la actividad del hombre calientan la atmósfera y retienen el calor sobre la superficie del planeta, donde la temperatura no puede menos que incrementarse. Semejante teoría data de fines del siglo XIX, por obra y gracia del físico-químico sueco Svante Augustus Arrenius (1859-1927), quien obtuvo el Premio Nobel de Química (1903) en virtud de otra más atinada: su teoría sobre la disociación electrolítica.
Desde Arrenius se cree a pie juntillas en el "efecto invernadero", sin que jamás se haya comprobado con rigor científico. Los hombres de ciencia rusos han llamado la atención sobre la decisiva importancia de otros factores, ante todo la actividad y luminiscencia solar, así como las fluctuaciones del eje de rotación de la Tierra y la inestabilidad de las corrientes oceánicas.
Truls Gulowsen, director del grupo ambientalista Greenpeace en Noruega, ensalzó al Comité Nóbel por "relacionar tan claramente los problemas climáticos con la paz". No es la primera vez que una hipótesis acaso racional, pero sin verificación científica, campea por sus respetos en el ámbito político. Gore y el PICC no han hecho más que reciclar la idea de Arrenius, tal y como prevalece en el Protocolo de Kioto (1997), del Convenio Marco sobre Cambio Climático de la ONU, firmado por casi 150 países.
Convalidar la mentira
Muchos gobiernos asignan hoy sumas astronómicas para combatir este efecto de la humanidad sobre la atmósfera, que entraña un comino para la temperatura del planeta. Y el Comité Nóbel se ha gastado millón y medio de dólares en un premio que "no puede ser visto más que como una declaración política", según Bjorn Lomborg, profesor de Estadísticas de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y autor del libro El ecologista escéptico (1998). Lomborg demostró ya que el Oscar a la película de Gore, Una verdad incómoda convalidaba la mentira de que habrá un aumento inusitado del nivel del mar.
Igual sucede con este Nóbel. El doctor en Física y Matemáticas Oleg Sorojtin (Instituto de Oceanografía de Rusia) asevera que por estos días arribamos al máximo de uno de los ciclos de calentamiento del planeta, que empezó en el siglo XVII, cuando nadie imaginaba que las emisiones artificiales de gases incidían sobre el clima.
Los rusos tienen el aval histórico de preocuparse más por el espacio exterior que por los problemas de acá abajo, y han descubierto dos ciclos de actividad solar: uno de 11 años y otro de dos siglos. Según Habibullah Abdusamátov, director del Laboratorio de Investigaciones Espaciales en el Observatorio de Púlkovo (Federación Rusa), el máximo de calentamiento acaba de sobrepasarse y hacia el año 2012 la temperatura comenzará a descender. Las fases de mínima actividad solar se esperan para el 2041 y el frío se mantendrá por lo menos durante medio siglo.
Así que el calentamiento global tiene su origen natural bien manifiesto y no depende del "efecto invernadero" derivado de la actividad humana. Dicen los rusos que en las capas densas de la atmósfera (troposfera) las cosas no son tan sencillas como piensa Gore. Antes que irradiarse, el calor se traslada por los flujos de las masas de aire, que no incrementan la temperatura global.
Aunque las emisiones industriales de dióxido de carbono (5-7 mil millones de toneladas anuales) se dupliquen, el hombre no sentiría aumentos de temperaturas hasta 2100. Por lo demás, el volumen de gas carbónico en el aire dista mucho de ser nocivo: desde mediados del siglo XX se correlaciona directamente con el alza de los rendimientos agrícolas.
A lo mejor si se contrarresta el "efecto invernadero", los huracanes, tornados y otros fenómenos naturales se atenúen, porque su intensidad depende en algo de la concentración del dióxido de carbono en la atmósfera, pero ese gas nada tiene que ver con el cambio climático global.
Botas de invierno y abrigos
La actividad solar supera en miles y miles de veces a toda la energía generada por la sociedad humana. Desde siempre viene anunciándose el fin del mundo por culpa de la humanidad, pero la humanidad siempre ha sabido arreglárselas para posponerlo. No habrá catástrofe climática global por (mala) acción del hombre.
Gore y muchos otros pretenden haber resuelto de un solo golpe un problema complicado y tan complejo, que quizás sea mejor dejar actuar por su cuenta a los mecanismos reguladores naturales. Supongamos que el planeta se ha calentado, como dice Gore. Entonces debe incrementarse la capacidad de vaporización del océano y, por tanto, el manto de nubes, que frena la energía solar y provoca una baja de la temperatura. A este razonamiento puede dársele la vuelta, como vulgar calcetín ecológico.
La racionalidad apunta más bien a tomar la naturaleza con aplomo y pragmatismo. Es irracional que cunda al pánico ante la teoría del "rápido deshielo" y hasta de la desaparición del Océano Glacial Ártico, si en ambos polos se comprueba empíricamente que los casquetes glaciares aumentan.
Gore y el PICC acaban de calentarle el cerebro a los miembros del Comité Nóbel, pero tanto aquellos como estos tendrán a la larga que atenerse al sabio consejo de Sorojtin: "compren botas de invierno y abrigos".
Fuente: Cuba Encuentro Comunidad.