Friday, November 09, 2007

EL IPCC y el Premio Nóbel de la Paz 2007

Por Donald Rumsfeld
Paz Digital, 28-10-2007.-
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) fue creado en 1988 por dos organizaciones de las Naciones Unidas: la Organización Meteorológica Mundial (WMO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), para evaluar el riesgo del cambio climático causado por la actividad humana.
El IPCC no ha llevado a cabo ningún tipo de investigación, ni ha supervisado fenómenos relacionados con el clima. Por eso, no ha recibido un Nóbel científico, sino político. Una de las principales actividades del IPCC es la publicación de informes especiales sobre temas pertinentes a la aplicación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC). (La Convención es un tratado internacional que reconoce la posibilidad perjudicial del cambio climático; la aplicación de la Convención Marco dio lugar finalmente a el Protocolo de Kyoto.) El IPCC basa su evaluación principalmente en la bibliografía científica que se publica.
Los objetivos del IPCC son evaluar la información científica pertinente a:
1. El cambio climático antropogénico,
2. Los impactos inducidos por el hombre sobre el cambio climático,
3. Las opciones de adaptación y mitigación.
Es decir, que es un órgano de censura positiva, ya que sus informes se basan en artículos “científicos” que afirman que sí hay cambio climático antropogénico y los trabajos científicos que afirman lo contrario no tienen eco, por lo que son silenciados-censurados a nivel global.
En algunos casos, cuando los científicos no dicen lo que el IPCC quiere, éste les hace decir lo contrario de lo que dicen, como fue el caso del físico Richard Lindzen, profesor del MIT, que expresó su descontento en mayo de 2001 ante el Comité de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado de los Estados Unidos por el contenido del Resumen Ejecutivo elaborado por el IPCC que citaba sus trabajos:
”El resumen no refleja el documento completo... Por ejemplo, he trabajado en el Capítulo 7, Physical Processes. Este capítulo se refiere a la naturaleza de los procesos básicos que determinan la respuesta del clima y me encontré con numerosos problemas para configurar el modelo de tratamiento que incluye las nubes y el vapor de agua. El capítulo se resumió con la siguiente frase: «La comprensión de los procesos climáticos y su incorporación a los modelos climáticos ha mejorado, incluyendo el vapor de agua, la dinámica del hielo marino, y el transporte de calor de los océanos”.
Tres científicos que participan en la investigación del clima creen que los informes del IPCC no reflejan con precisión el estado de los conocimientos.
El 20 de diciembre de 1995, el científico británico Keith Shine, uno de los científicos más importantes del IPCC, puso en cuestión a los burócratas: "Nosotros hacemos una investigación y, a continuación, los burócratas cambian línea por línea el sentido de lo que decimos.... Es curioso como los burócratas tienen la última palabra en los informes que elaboran los científicos…”
El físico Frederick Seitz, presidente emérito de la Universidad Rockefeller y ex-presidente de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, ha denunciado públicamente los informes del IPCC: "Nunca he sido testigo de un proceso tan corrupto y tan inquietante como el que ha revisado los trabajos de mis colegas para escribir el Informe del IPCC".
S. Fred Singer difundió una carta sobre el Capítulo 8, afirmando que:
1. El capítulo 8 se modificó sustancialmente para ajustarlo al Resumen que había sido elaborado previamente;
2. Tres cláusulas clave que expresan el consenso de los científicos de los colaboradores y de los examinadores de la literatura científica del IPCC, deberían haber sido incluidas en el resumen en lugar de ser eliminadas del borrador que fue aprobado.
En enero de 2005 Christopher Landsea dimitió cuando trabajaba para elaborar los informes del IPCC, diciendo que consideraba que el proceso "estaba motivado por un plan preconcebido y, científicamente, era poco riguroso", debido a que Kevin Trenberth dijo públicamente que el calentamiento global estaba contribuyendo a incrementar la virulencia de los huracanes en los Estados Unidos. En la carta de dimisión decía que posiblemente los huracanes eran más virulentos pero que la contribución humana no se había cuantificado y eso era lo que se llama una hipótesis y no una conclusión. Es decir, que “científicos” del IPCC habían concluido que el incremento de la virulencia de los huracanes se debía a la actividad humana sin haberlo verificado.
El Tercer Informe de Evaluación (TIE) presentaba un gráfico llamado "Reconstrucción milenaria de la temperatura del hemisferio norte" a partir de un documento elaborado por Mann, Bradley y Hughes, a menudo conocido como el "Gráfico Hockey Stick". Este gráfico era diferente a otro que apareció en el Primer Informe, que informaba de variaciones más grandes de la temperatura mundial en los últimos 1000 años y de temperaturas más altas durante el Período Cálido Medieval que en la actualidad.
La incorporación del informe MBH98 en el Resumen del IPCC fue ampliamente interpretado como una muestra de que el actual período de calentamiento es excepcional en comparación con las temperaturas entre 1000 y 1900. La metodología utilizada para elaborar este gráfico fue criticada en un artículo de Stephen McIntyre y Ross McKitrick. En una carta a la revista Nature en 2006, Bradley, Hughes y Mann señalaron que su artículo original había dicho que "se necesitaban más datos antes de hacer conclusiones" y que la incertidumbre era algo clave en el artículo.
El Informe sobre el Análisis Científico y Económico de la Cámara de los Lores del Reino Unido sobre el Informe del IPCC para la Cumbre del G – 8 en julio de 2005 decía:
”Tenemos algunas preocupaciones acerca de la objetividad del proceso del IPCC y el resumen de la documentación que al parecer está influido por consideraciones políticas. Existen dudas importantes acerca de algunos aspectos del enfoque del IPCC. El Gobierno debe presionar el IPCC para que cambie su enfoque. Hay algunos aspectos positivos del calentamiento de la Tierra y éstos parecen haber sido obviados en los informes del IPCC; el Gobierno debe presionar al IPCC para que refleje de manera más equilibrada los costos y los beneficios del cambio climático. El Gobierno debe presionar al IPCC para que mejore las estimaciones de los costos económicos de los daños producidos por el calentamiento global y para que haga una comparación entre los costos de las medidas para controlar el calentamiento de la Tierra y sus beneficios. Dado que el calentamiento continuará, independientemente de las medidas que se tomen ahora, debido a los prolongados periodos de tiempo de los que se trata.”
Publicado en Paz Digital.

Friday, November 02, 2007

Cómo devaluar un Premio Nóbel

Por Andrés Mejía - Vergnaud
Dice Christopher Hitchens, en una columna publicada el 15 de octubre en Slate, que el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a Doris Lessing no sólo fue en sí mismo un gran acierto, sino que corrigió un torcido rumbo que traía este premio, el mismo que “dejó morir a Nabokov y a Borges”, mientras asignó con frecuencia el galardón en “el reino de lo mediocre, lo siniestro, y lo digno de olvido”.
En otras de las categorías del Nóbel, la polémica suele ser menor. No tengo los elementos de juicio para opinar sobre los premios otorgados en las ciencias naturales, pero podría decir que en el de economía, con el natural ámbito que hay para el desacuerdo, el premio ha hecho justicia al reconocer de manera consistente el trabajo de avanzada.
Como muestra de la amplitud mental del comité de selección, este honor ha sido otorgado a personas que trabajan en áreas muy disímiles. Lo han recibido, por ejemplo, filósofos de la economía (F. A. Hayek y Amartya Sen), analistas de la macroeconomía y las políticas económicas (e.g. Friedman, Lucas, Mundell, Phelps), matemáticos que desarrollan nuevas herramientas (Nash, la “mente brillante”), estudiosos de la relación entre economía e instituciones (Coase, Buchanan, North), de las finanzas (e.g. Modigliani, Markowitz), exploradores de las profundidades y fronteras de lo microeconómico (e.g. Samuelson, Stigler, Becker, Stiglitz), e incluso pioneros en el uso del experimento y la psicología en la ciencia económica (V. Smith y D. Kahneman).
Pero creo no equivocarme si digo que el más polémico de todos los premios Nobel es el de paz. Siempre lo ha sido. Pero hoy ni siquiera es la polémica su mayor problema, sino su gradual pérdida de atractivo y valor.
En el pasado, las expresiones de inconformidad han apuntado a varios aspectos. Que se dejó morir a Ghandi sin recibir el premio. Que algunos de los galardonados han sido cualquier cosa menos personas pacíficas. Incluso hay objeciones más elaboradas y hasta rebuscadas: se ha cuestionado el hecho de que el Comité Noruego del Nóbel, institución designada por Alfred Nóbel para seleccionar al ganador del premio, y que es elegido por el parlamento noruego, no tiene legitimidad para conceder un premio de paz, por haber aprobado dicho parlamento el ingreso de Noruega a la OTAN.
Pero hay otra objeción que se puede hacer al Comité Noruego del Nobel, y es que progresivamente ha venido devaluando este premio, por una selección equivocada de sus ganadores. Que no es equivocada por razones como las enumeradas antes, sino porque se trata de personas que, si bien han hecho contribuciones valiosas a la humanidad, no han sido contribuciones directas al logro de la paz.
Al respecto, el testamento de Alfred Nóbel fue suficientemente explícito e inequívoco: el premio de paz debe otorgarse a “la persona que haya hecho más por la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos, y la promoción y celebración de conferencias de paz”.
Me resulta difícil percibir cómo el trabajo de Al Gore y del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) cabe dentro de la voluntad manifestada por Alfred Nobel. El trabajo del IPCC es sin duda una interesante experiencia de cooperación científica para el logro de un objetivo común. El trabajo de Al Gore, sin cuestionar sus motivaciones, es más vulnerable a la polémica. Pero en ninguno de los dos casos hay una labor dirigida específicamente al logro de la paz. Igual puede decirse del premio otorgado en 2006 a Muhammad Yunus, hombre admirable desde muchos puntos de vista.
Se puede armar, claro está, un largo razonamiento en el que se “pruebe” que la defensa del medio ambiente contribuye a la paz. Igual puede decirse de la lucha contra la pobreza. Pero en ambos casos, sobre todo en el primero, se trataría de argumentos en los que se establece un vínculo remoto y no necesariamente cierto con el concepto de paz. Al hacer entonces estas selecciones, el Comité Noruego va erosionando el valor del premio, le resta autoridad, y lo hace vulnerable al cargo de politización o de capricho. El premio de este año, que yo recuerde, es uno de los que ha tenido una recepción más fría e indiferente.
En el pasado, el Premio Nóbel de Paz fue concedido a personas que distaban mucho de ser ángeles, pero que realizaron actos que efectivamente trajeron más paz al mundo. Menachem Begin y Anwar al-Sadat eran guerreros. Sus países, Israel y Egipto, se enfrentaron a muerte en el campo de batalla más de una vez. Pero finalmente acordaron poner fin a esa condición de guerra, y merecieron justamente el Nóbel de Paz. Ojala este premio volviera pronto a su espíritu original, encarnado en casos como el que acabo de citar.
Publicado por Fundación Atlas 1853.