Por Adolfo Cristian Farizano
BUENOS AIRES, 18 de mayo de 2007.
Imagen: Una vista del caos que imperó el jueves 17 de mayo a la tarde, cuando se producía el retorno a los hogares desde los lugares de trabajo.
Como una costumbre inaceptable, una vez más, los reclamos insatisfechos de los trabajadores esta vez de subterráneos, se materializó en las calles y avenidas de la ciudad de Buenos Aires.
Imagen: Otra vista del hacinamiento provocado por desiciones humanas.
En las zonas cercanas al centro de la ciudad, Avenida del Libertador, General Paz y otras, el tránsito lisa y llanamente se detuvo, pues no hubo por donde canalizarlo durante horas.
De nada sirven las grandes obras de infraestructura, las multas fotográficas, el peaje al acceso de vehículos a los que entran sin acompañantes, y otras, que buscan descongestionar las vías de circulación y disminuir la contaminación de aire en la ciudad, si lo que traba de una manera salvaje el tránsito son las propias personas que buscando hacer valer sus justos derechos, y habiendo previamente agotado los canales del diálogo, se ven obligadas a usar una metodología irracional impuesta hacen pocos años en el país, que pasa por encima de los derechos de los demás.
BUENOS AIRES, 18 de mayo de 2007.

Como una costumbre inaceptable, una vez más, los reclamos insatisfechos de los trabajadores esta vez de subterráneos, se materializó en las calles y avenidas de la ciudad de Buenos Aires.
Imagen: Otra vista del hacinamiento provocado por desiciones humanas.

En las zonas cercanas al centro de la ciudad, Avenida del Libertador, General Paz y otras, el tránsito lisa y llanamente se detuvo, pues no hubo por donde canalizarlo durante horas.
De nada sirven las grandes obras de infraestructura, las multas fotográficas, el peaje al acceso de vehículos a los que entran sin acompañantes, y otras, que buscan descongestionar las vías de circulación y disminuir la contaminación de aire en la ciudad, si lo que traba de una manera salvaje el tránsito son las propias personas que buscando hacer valer sus justos derechos, y habiendo previamente agotado los canales del diálogo, se ven obligadas a usar una metodología irracional impuesta hacen pocos años en el país, que pasa por encima de los derechos de los demás.
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