Thursday, September 11, 2008

Homenaje de “Remando por la Web” en el Día del Maestro

EDUCACION
Por Maria Cristina*
Buenos Aires
, 11 de setiembre de 2008.
Imagen: Domingo Faustino Sarmiento.
"Remando por la Web"
quiere rendir su homenaje a todos los docentes que hoy festejan su día, y en especial al maestro argentino por excelencia, que abrió caminos, sembró vocaciones y construyó el futuro para todas las generaciones venideras, el General Domingo Faustino Sarmiento.
Imagen: Casa natal de Domingo Faustino Sarmiento en San Juan Argentina.
Ser docente en la Argentina de hoy, no es tarea fácil, pero tampoco lo fue en el pasado, por eso, y porque no podemos abandonar la sensación de futuro, el deseo de un futuro para todos los que llevamos la docencia en el alma y para los demás, para los que están y para los que vendrán, para todas las generaciones venideras de estudiantes, aunque no sepamos con qué nos vamos a encontrar, pero con la firma convicción de que no podemos renunciar a formar personas que puedan producir ese futuro, un futuro distinto, más justo, más acorde con este maravilloso país que tenemos. Donde reine la educación, porque la educación traerá progreso y el progreso acabará con la miseria, una educación que deberemos construir entre todos, para poder insertarnos en ese futuro que todos esperamos y merecemos, el que soñó aquél que supo unir la pluma y la palabra en su apasionada lucha por el bien de la patria.
Esta historia que transcribimos abajo, es real, es un testimonio de vida, como tantas historias que desconocemos… pero que vale la pena, porque estoy segura nos servirá para reflexionar y para que al leerla, como” la caja de Pandora”, despierte en todos los corazones la certeza de que en nuestras manos está la esperanza de un mundo mejor.
*Maestra de Sección de Jardín de Infantes, Licenciada en Educación Inicial, Directora de "Remando por la Web".

La historia de vida de Gumercindo Cidale (Pitico)

“La historia de GUMERCINDO CIDALE es diferente a la muchos maestros. El tocaba el piano, era profesor de música.
Nació en 1923 y vivía en un paraje llamado Rincón del Cuay en la provincia de Corrientes.
Allí la gente se dedicaba a plantar arroz, no había escuelas en cientos de kms. a la redonda y los niños de esa comarca no tenían acceso a la educación y eran muchos.
Pitico (así lo llamaban) habilitó una habitación de su casa rancho, destinada a un aula para enseñar a estos niños. Tenía una mesa con una silla como escritorio, algunos pupitres, un gran pizarrón y un chicote colgado de dicho pizarrón. También estaba el piano, con el cual enseñó a cantar a sus niños el Himno Nacional y todas las canciones patrias.
El consejo de Educación de esa época, le enviaba material didáctico, registros y todo elemento que sirviera para la escuelita de campo.
Era sumamente estricto con sus alumnos que lo admiraban, querían y respetaban.
Daba clases de pie, nunca se sentaba y corregía los cuadernos al pie del banco y sobre terminaban los ejercicios.
En su campito tenía animales y todos los días les servía su vaso de leche recién ordeñada a los niños.
Así como exigía en el aprendizaje. También lo hacía con la higiene y presentación y con las normas de urbanidad. Cuando sentía olores desagradables en el aula, los mandaba a higienizarse a un arroyo cercano.
En el año 1953, un grupo de alumnos estudiantes del magisterio con sus profesores organizó una visita a la escuelita de Pitico. Previa colecta, compraron una bandera de ceremonias para llevar de regalo. El lírico maestro se emocionó muchísimo al recibirla. Cortó una tacuara, puso la bandera y dijo: “honroso mástil para tan honrosa bandera”. Tocó en el piano “Salve Argentina” y luego el Himno Nacional. Sus alumnos estaban formados como soldados, porque aprendieron el respeto a los símbolos y a los próceres.
Seguidamente, el maestro dictó una clase para los estudiantes del magisterio y dijo: “Para que los futuros maestros beban en una fuente donde puedan ser honestos y amantes de su profesión”
Con sus propios métodos y recursos didácticos, látigo de por medio, enseñó a leer y a escribir a un sordomudo.
Este maestro de campo no permitía dos inasistencias seguidas; cuando faltaban, los iba a buscar a caballo a su casa.
Ya viejo y enfermo, logró que nombren a un docente en su escuela.
Porque debo aclarar que Pitico “no era maestro con título docente”. Pero en reconocimiento a su trabajo ejemplar, se hicieron gestiones para que la provincia reconociera sus servicios y logró una jubilación que la percibió en su vejez.
Muchos alumnos de Pitico, ya hombres, venían al pueblo a rendir exámenes libres o equivalencias para continuar sus estudios secundarios.
No se imaginan con cuanto cariño y respeto lo recuerdan, y como agradecen la enseñanza de vida que les dejó, y todo lo que aprendieron en ese lejano, recóndito “Rincón del Cuay”.
Nota: TransEnerCliMa adhiere a este homenaje al General Domingo Faustino Sarmiento reproduciendo este artículo.
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